Odontología Conservadora

Los mejores dientes son los naturales. Su conservación ha de ser nuestra primera preocupación. Por eso hablamos de odontología “conservadora”.

Las principales causas del daño dental son la caries, el desgaste y los traumatismos. Odontología conservadora es la que  se emplea cuando el defecto producido puede ser corregido sin que se precise la extracción del diente y recuperando su forma original.

Básicamente hay dos grandes tipos de tratamientos conservadores:

OBTURACIONES: cuando el daño es de las capas superficiales del diente, esmalte y dentina, pero no  afecta al nervio del diente.

Consiste en retirar las partes del tejido dental dañadas y reponerlas con material adecuado para que el diente recupere su estética (forma, color, etc.)  y funciones ( morder, masticar, hablar, etc.)

Se utilizan diferentes materiales que se  han de caracterizar por ser bien tolerados por el organismo  y dar unos resultados duraderos.

Endodoncias: Son los tratamientos de la pulpa de los dientes (popularmente “el nervio”).

La pulpa dental es una compleja estructura formada por una red de capilares y nervios que recorren el interior del diente desde las raíces hasta la corona. Da vitalidad (“vida”) al diente: sensibilidad, hidratación, capacidad de repararse, etc. Cuando se daña y enferma  hay que tratarla para sanarla o, si no se puede, eliminarla.

Son tratamientos complejos que,  realizados con precisión por especialistas, consiguen conservar piezas dentales naturales plenamente estéticas y funcionales durante largos periodos de tiempo.